El oficio de ilustrador lo ha venido resolviendo Auladell con una acrobacia, una suerte de equilibrio entre la obra surgida de la pura voluntad o necesidad de hacerla (compartida luego con los lectores, aunque la habría realizado igualmente sin perspectivas de ser editada) y la obra de encargo, ésa que, en gran medida, proporciona el sustento y posibilita, además, la primera.
Aunque en ambos casos Auladell siempre ha buscado desmarcarse del cine, quizá huyendo de un lugar común entre numerosos colegas de profesión pero también de comparaciones equívocas y simplificadoras con el Séptimo Arte, paradójicamente en los últimos años ha trabajado para ese medio en tres proyectos: dos películas dibujadas, que no animadas, con guión y dirección del prestigioso realizador Gonzalo Suárez: El sueño de Malinche y Alas de tiniebla; y la adaptación/homenaje de El acorazado Potemkin, el legendario film de Sergei Eisenstein, a novela gráfica.
Desde Madrid o Alicante
Pablo Auladell